Con lágrimas en los ojos de emoción, así han retornado en el día de hoy a la Subbética Cordobesa varios vecinos que tuvieron que emigrar hace 50 años de las tierras del centro de Andalucía por la construcción del embalse de Iznájar. Algunos no habían podido volver a esta comarca de Andalucía desde que las aguas lo anegaran todo, otros querían conocer el lugar donde vivieron sus padres y los que se fueron siendo unos niños querían regresar al lugar de su infancia.
Con motivo del 50 aniversario de la construcción de esta obra hidráulica, el Ayuntamiento de Iznájar, con el apoyo de la Diputación de Córdoba y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, han querido rendir este homenaje, sentido y emotivo, a todos los vecinos y familiares que vieron cómo las aguas del Lago de Andalucía les dejaban sin casas y tierras y no tuvieron más remedio que trasladarse, muy a su pesar, hacia poblaciones lejanas.
Por ello, hoy sábado, 760 iznajeños que se desplazaron, unos siendo niños, otros adultos, hacia otras poblaciones han vuelto a la tierra que les vio nacer para recordar tiempos de infancia y rememorar recuerdos que aún siguen muy vivos. La procedencia de algunos de ellos es de Barcelona, Navarra, Granollers, Canovelles o Santa Margarida de Montbuí, o de localidades de Cádiz, Sevilla o Córdoba, que el gobierno de la época creó expresamente para dar vivienda a estas personas, como son Céspedes, Bembézar o Los Palacios de Maribáñez, entre otras.
Todos ellos han recordado sus vivencias de esos años de finales de los 60 cuando el sur de Córdoba era un trajín de maquinaria, hormigón, peones, ingenieros y obreros que construían presas, viaductos y caminos, transformando el paisaje de las comarcas del centro de Andalucía. Anécdotas como la de Fernando León que nació en una balsa en medio de lo que hoy es el embalse pues la aldea donde vivía su familia quedó aislada y su madre rompió aguas antes de llegar al otro lado de la orilla. Sus padres le pusieron el nombre de Fernando en honor al patrón de los militares que ayudaron a su madre a poder pasar con la balsa y que atendieron tan precipitado parto. Ellos estaban por esta comarca cordobesa diseñando y arreglando caminos y puentes para unir aldeas y cortijos que habían quedado incomunicadas por el agua.
O la historia de José Montilla, expresidente de la Generalitat, que con tan solo 5 años dejó su casa de Iznájar, hoy en el fondo del embalse, y se instaló con toda su familia en Barcelona. Estas dos historias son solo ejemplos de las muchas anécdotas que ha dejado la construcción de esta presa. Un embalse que hoy abastece de agua y riego a muchas poblaciones del centro de Andalucía pero que, durante los primeros años de vida, estuvo cargado de una leyenda negra, tristeza y rencor, pues quedaron bajo sus aguas aldeas, cortijos, huertas y tierras fértiles.
Además, este homenaje ha servido para que vuelvan algunos de los trabajadores que construyeron la presa y este gran embalse. Peones, ingenieros y capataces que, hace 50 años, participaron en la creación de una de las obras civiles hidráulicas más importantes de la década de los 60. Toda una proeza y reto para la época. Una construcción que no estuvo exenta de momentos curiosos: en ocasiones, el hormigón y las argamasas se enfriaban con grandes bloques de hielo por las temperaturas extremas de calor que se vivieron en algunas fechas o las lluvias inesperadas que provocaron varias crecidas del río Genil dificultando los trabajos.
Tras la recepción de los 760 emigrados por parte de las autoridades en la entrada del Centro de Interpretación del Lago de Andalucía, empezaron los actos del homenaje. Primeramente, se estrenó el poema musical Inmensidad, interpretado por la Banda de Música “La Lira”. Todo un discurso musical compuesto por Miguel Herrero Martos y donde la música habló del paisaje y paisanaje de estas tierras. Notas sinfónicas de lo que fue y es el embalse de Iznájar, de la inmensidad de estos campos de olivos, de este mar andaluz de tierra adentro, de lo grande que es el corazón de los cordobeses que habitan este centro de Andalucía, a la sombra de la Subbética, y de las sensaciones de ausencia que muchos de ellos dejaron al abandonar esta tierra, pero también de la alegría del retorno y de cómo los recuerdos, guardados como tesoros, no se pierden pues son transmitidos a generaciones venideras.
A continuación, el escultor Antonio Flores descubrió la escultura Genil, que quiere servir de recuerdo perpetuo a todos los emigrados de los años 60, no sólo de la población de Iznájar sino de otras zonas que bañan este plano de agua. La escultura, con sus curvas y su perfil ascendente – descendente, recrea una lectura imaginaria que alude a la unión de los habitantes de los pueblos y aldeas que están alrededor al embalse y el retorno de aquellos que tuvieron que salir. Tras este acto se interpretó la pieza musical Qué lindo es Iznájar, uno de los himnos de esta tierra.
En el acto se rindió un homenaje a los vecinos de otras poblaciones bañadas por el Lago de Andalucía como Loja, Algarinejo, Rute y cuevas de San Marcos, pues algunos de sus vecinos también tuvieron que emigrar por la construcción del embalse de Iznájar. Y se ha recordado a los alcaldes iznajeños de la democracia que fueron los primeros en poner las piedras del futuro de esta comarca alrededor de las actividades turísticas que pueden realizarse en este Lago de Andalucía.
“Cuando uno es alcalde hay momentos que nos llegan al corazón y creo que este ha sido uno de ellos. Y no solo hablo como alcalde sino como vecino de esta tierra cordobesa y como iznajeño. Hoy hemos olvidado la leyenda negra que tuvo la construcción de este embalse para muchas familias y hemos vuelto a recuperar a los vecinos que salieron de esta tierra andaluza. A todos ellos, los que han venido y los que no han podido desplazarse, les pido que vuelvan cuando quieran, que aquí sigue estando su pasado y sus recuerdos y que vayan con la cabeza muy alta con el nombre de Córdoba, de la Subbética y de Iznájar. No solo yo me he emocionado, todos los alcaldes y vecinos de poblaciones cercanas han sentido esta alegría y emoción que ha sobrevolado en el día de hoy en este embalse”, fueron algunas de las palabras de Lope Ruiz, alcalde de Iznájar.
Este acto que tuvo lugar ayer en Iznájar, centro neurálgico del embalse más grande de Andalucía, ha puesto punto y final a la decena de actividades que durante dos meses han recordado la construcción del embalse de Iznájar o Lago de Andalucía. Desde octubre hasta el día de hoy se han organizado recitales de poesía, pruebas deportivas, concursos de pintura y exposiciones. Todo para recordar el presente, pasado y futuro de este lugar. Y todas han servido para poner en valor el Embalse como paisaje, como recurso hidráulico y como motor económico de estas comarcas del centro de Andalucía.
Este 50 aniversario de la construcción del Lago de Andalucía ha pretendido ser un punto de inflexión en la historia de la comarca de la Subbética cordobesa y de la población de Iznájar en particular. Ahora se pretende ver el embalse y sus aguas no desde el pasado sino en futuro. El embalse de Iznájar es uno de los motores turísticos de interior más importantes de Andalucía. El Ayuntamiento de Iznájar, con el apoyo de otras y administraciones como la Diputación de Córdoba, la Mancomunidad de la Subbética, el Grupo de Desarrollo Rural de la Subbética, el Centro de Iniciativas Turísticas de la Subbética, la Estación Náutica Lago de Andalucía y otras iniciativas privadas, están trabajando por un desarrollo basado en el turismo de embalses, sostenible, que hoy por hoy es una alternativa a la agricultura, motor principal de esta zona.
El embalse es hoy un elemento positivo para la vida de la Subbética cordobesa y para los pueblos que como Iznájar viven en su orilla. Lugar para la práctica de deportes náuticos -incluso este año se ha celebrado una prueba del Circuito andaluz Costa del SUP-, para la pesca deportiva, para los amantes de la naturaleza por su ecosistema único, pero también repleto de cultura, historia, gastronomía convirtiendo solo a Iznájar en el segundo municipio de Córdoba con más camas y alojamientos por detrás de la capital. El Embalse de Iznájar está rodeado de patrimonio artístico que junto con el Barrio de la Villa, el castillo de origen árabe que corona el municipio, la hospitalidad de sus gentes, su naturaleza, etc. hacen que Iznájar se convierta en un destino turístico de interior de calidad y de primer nivel.