Desde nuestra atalaya actual cualquier tiempo pasado se nos antoja inestable, vulnerable. Así ocurre con el siglo XVII lucentino. No fue aquella una centuria fácil para quienes poblaron esta tierra e hilvanaron el sentir colectivo de aquella ciudad que hace 400 años estrenaba el título de Ciudad concedido por el monarca Felipe III. Una sociedad a cuyo interior nos traslada la exposición "Cultura y religiosidad en la nueva ciudad de Lucena en el Siglo de Oro", inaugurada anoche en el Palacio de los Condes de Santa donde quedará expuesta hasta el 30 de noviembre.
De la mano de su comisario y cronista de la ciudad, José Luis Sánchez Arjona, esta muestra magna nos sumerge en un apasionante viaje en el tiempo y pone a nuestro alcance la llave con la que poder profundizar en el alma de aquellos lucentinos y lucentinas que en las sucesivas décadas del seiscientos no solo hicieron posible con su esfuerzo personal alcanzar ese título de Ciudad, sino que la ennoblecieron y la hicieron merecedora de ocupar un lugar destacado entre los municipios de la España de la época.
En cuatro salas del palacete, están recogidos los principales emblemas de la nueva ciudad -el título original recientemente incorporado a las fondos del Archivo Histórico Municipal, las mazas y medallones municipales de plata-, monedas de uso diario, muebles y cerámica doméstica, partidas de bautismo, el libro de uso personal de Quevedo, junto con una de las más extensas muestras artísticas religiosas del siglo XVII que se han organizado en los últimos años. Aquí se expone el grupo escultórico del Lavatorio: Jesús y San Pedro, realizado por Pedro de Mena, o la escultura de San Pedro de Alcántara, sencillamente espectacular, también surgida de las manos del maestro barroco granadino. O el viejo templete procesional de la Virgen de Araceli, de 1628, y el antiguo estandarte de su cofradía, además de una prolija serie, en pintura, de eccehomo.
En total, 66 piezas para dar vida a un viaje en el tiempo hacia un siglo que acumula, nos cuentan las crónicas, episodios dramáticos y calamidades. Y, sin embargo, fue la época en la que se erigen los grandes templos conventuales que contribuyen a modelar la trama urbana de aquella recién titulada ciudad. Fueron conventos como los de Madre de Dios, San José, Santa Ana o San Pedro Mártir, cuyas órdenes contribuyeron de una manera decisiva desde su establecimiento al engrandecimiento artístico de Lucena.
Esta exposición, uno de los actos más destacados de la agenda municipal puesta en macha este año para celebrar la efeméride del IV centenario, ha necesitado la colaboración desinteresada de iglesias, parroquias, conventos, cofradías y personas particulares que, con sus contribuciones, han hecho posible que esta exposición sea una realidad. A todos ellos, se refirió anoche el alcalde Juan Pérez durante el acto de inauguración que condujo la concejal coordinadora del programa del 400 aniversario, Teresa Alonso, ante la presencia de varios miembros de la Corporación local y un nutrido grupo de vecinos y donde intervinieron tanto el propio comisario de la muestra como el también cronista Luis Fernando Palma, impulsor de la edición facsímil del Título de Ciudad.
El primer edil de significó la muestra como “uno de los principales hitos culturales de la última década” que nos acerca a aquella Lucena, “verdadero hervidero”, que pujaba por ocupar un lugar privilegiado entre la extensa relación de poblaciones del imperio como uno de los municipios más poblados del sur de la España de aquella época. Pérez recordó también de aquel 1618 lucentino la construcción de la Plaza Nueva “como símbolo del nuevo estatus ciudadano”.
La exposición "Cultura y religiosidad en la nueva ciudad de Lucena en el Siglo de Oro" se puede visitar desde hoy sábado hasta el próximo 30 de noviembre en el horario habitual de apertura del Palacio de los Condes de Santa Ana (c/ San Pedro): mañanas de martes a domingo, de 10.30 a 14.00 horas; y tardes de martes a sábado, de 17.00 a 20.00 horas.