Nono Castro, el portero que se forjó en todas las categorías nacionales antes de llevar al Córdoba Futsal a Primera
El meta luqueño ha sido pieza fundamental en la histórica hazaña conseguida por el cuadro blanquiverde
Uno de los mayores sueños de un deportista es llegar a la élite y ser reconocido por sus brillantes actuaciones. Pero para alcanzar ese nivel hay que trabajar duro y sacrificar muchas horas de ocio, hobbies o con la familia, bien lo sabe Fátima, su pareja. Eso es lo que hizo Antonio Castro López Nono, que tras un extraordinario play off de ascenso a Primera División, ha visto como su nombre ha saltado a la primera plana deportiva en las últimas fechas. Pero antes de eso el cancerbero de 25 años ha pasado por todas las categorías del fútbol sala nacional sin excepción.
Nono Castro (Luque, 26 de julio de 1993), soñaba con ser portero. Su historia está marcada por el esfuerzo y la perseverancia desde muy pequeño. Como cadete ya destacaba en el equipo de su Luque natal, tanto fue así que durante dos temporadas compitió con los conjuntos de edad juvenil tanto a nivel provincial como en la escuadra de División de honor, enfrentándose a futbolistas con hasta cuatro años de más edad. Aquí ya compartía equipo con su amigo inseparable Sergio Rodríguez Keko, otro de los héroes del ascenso califal.
En la temporada 09/10, ya en edad juvenil, saldría de su localidad por primera vez para jugar a fútbol sala. Su destino sería el Vital Cabra, uno de los proyectos más ambiciosos en categoría juvenil de Andalucía y que aprovechó la época de bonanza del fútbol sala cordobés en esta última etapa formativa. Ahí compartió portería con su actual compañero de equipo, Cristian Ramos. Durante dos temporadas militó en el conjunto egabrense, acumulando como otros tantos deportistas, muchos desplazamientos a sus espaldas.
La ruta Doña Mencía - Cabra en autobús era asidua cada tarde en la vida de Nono. Resaltando la figura de su abuelo o su padre, piezas clave de este importante puzzle que ha acabado con el portero en la élite. Son muchas e interminables las historias en aquel antiguo Peugeot del abuelo camino de diferentes sesiones de entrenamiento o torneos veraniegos por la zona.
Pero los años van pasando y como en casa en ningún sitio. Tras este ciclo en Cabra, regresaría a su localidad natal para firmar las tres temporadas más ilusionantes y bonitas de su carrera deportiva. Arrancaría un periplo que culminaría con la Sinapsis de Luque en Segunda División "B" tras dos campañas en Tercera. Sin duda uno de los momentos más importantes en la historia reciente de esta localidad de la Subbética con su equipo militando en la categoría de bronce. Posteriormente sería llamado a filas por el Ategua de Castro del Río, para competir en la misma categoría en el curso futbolístico 14/15.
Las aventuras y los nuevos retos siempre están ahí, necesarios para cambiar de aires buscando nuevas motivaciones y seguir creciendo. En septiembre de 2015 se enrolaría en su única aventura en el extranjero, fichando por el Sushi a la vie Morlanwelz de la Primera División belga. Una experiencia positiva en lo deportivo donde el único pero fue el lastre de las lesiones.
Y tras este año por tierras belgas parecía que iba a acabar el sueño deportivo de este meta luqueño. La temporada 16/17 fue de transición para Nono que decidió resetear y tomarse un año sabático en el aspecto deportivo, centrándose en finalizar sus estudios. Pero el gusanillo y las ganas iban por dentro siendo el parón sin competir de tan solo una campaña.
En el curso deportivo 17/18 firmaría con el CD Apaga y Vámonos FS de Doña Mencía para militar en el grupo 18 de Tercera DIvisión, precisamente de la mano del técnico Fernando Tienda que actualmente ejerce de segundo entrenador en el Córdoba Futsal.
Tras esto todo ha ido muy deprisa en el último año, la puerta del éxito empezaría a abrirse en el verano pasado cuando firmó por una temporada con la entidad blanquiverde para debutar en la LNFS. Sin duda el proyecto deportivo más importante al que Nono se había enfrentado en esto del fútbol sala, un reto mayúsculo que ha conseguido solventar con brillantez tras unos play off de ascenso que podemos calificar como sobresalientes.
Detrás de todo esto encontramos jornadas interminables que comienzan las seis de la mañana, cuando el meta pone rumbo a Baena donde trabaja en una empresa de software informático, hasta pasadas las doce de la noche y se escucha el silbato de Maca que pone fin a una nueva jornada de entrenamiento.