La Unidad de Oftalmología del Hospital Universitario Reina Sofía ha incorporado un equipo portátil para realizar electrorretinografías (ERG), una prueba que se utiliza para diagnosticar disfunciones en la retina o en su conexión con el cerebro. Hasta ahora, estas pruebas eran realizadas con otro tipo de tecnología y, en determinados casos específicos (especialmente en edad pediátrica) eran derivados al Hospital Virgen de la Macarena, donde les realizaban el ERG con sedación.
El equipo se conecta a una tira adhesiva (tipo al electrocardiograma) que se coloca justo en el párpado inferior. Se trata de una técnica no invasiva porque consiste en medir, mediante una serie de flashes luminosos, la respuesta de la retina a ese estímulo de luz; el tiempo que ese flash tarda en llegar desde la retina hasta el cerebro y comparar un ojo con otro.
Concretamente, la energía luminosa del equipo (flash) es transformada en el ojo en una corriente eléctrica que se mide dentro del propio ojo y, con esta información, el especialista determina si el problema está en la retina o en la conexión entre el ojo y el cerebro, así como el grado de afectación, “de manera que en un paciente que pueda tener por ejemplo un tumor cerebral o lesiones intracraneales podemos así determinar si esta lesión está o no dañando la visión”, señala uno de los oftalmólogos formados en el uso de este equipo, José Hens.
Uso asistencial
Aunque ya hay centros que cuentan con este dispositivo en el campo de la investigación, aún no había sido incorporado a la práctica asistencial por ningún centro hospitalario del país, como explica el oftalmólogo José Hens, quien señala que la estimación que manejan los especialistas es que la incorporación de esta tecnología a la práctica sanitaria va a permitir ofrecer un diagnóstico más preciso y un tratamiento más personalizado. Concretamente, apunta que las previsiones son que hasta un 40% de los diagnósticos pueden variar si se usa esta tecnología junto a las ya existentes. Este porcentaje es menor en adultos, pero también importante (20%).
Este dispositivo se emplea de manera mínimamente invasiva y permite una gran variabilidad de usos, tanto a nivel clínico como en la investigación. Concretamente, los oftalmólogos lo están utilizando en paciente con sospecha de enfermedad retiniana porque, según detalla el doctor Hens “en estas patologías todas las pruebas son normales porque en estadios iniciales pueden tener un aspecto normal pero no funcionan bien. De manera que podemos anticiparnos a indicar antes el tratamiento, en caso de que exista daño, o asesorar al paciente para que vaya adaptando su vida a lo que va a llegarle cuando la enfermedad se desarrolle. Estamos usándolo también para pérdida de visión sin causa en pacientes que pueden tener problemas que no seamos capaces de ver con las pruebas actuales, como la resonancia”.
Otra de las funcionalidades es la determinación del mejor tratamiento, evitando en casos en los que no sea ya beneficioso “por ejemplo, la realización de una intervención quirúrgica que no vaya a mejorar la calidad de vida de los pacientes, como puede suceder con una catarata si el daño en la retina no va a poder repararse”.
Los especialistas también señalan las ventajas que aporta el equipo en la monitorización de pacientes, pudiendo comprobar si el tratamiento está siendo útil, en qué grado, etc. y con todos los perfiles de pacientes, dada su portabilidad que permite la realización de la técnica en cualquier espacio. Además, es especialmente útil en pacientes con problemas de comunicación, como niños y niñas en edades pre verbales, en los que se sospecha que hay una afectación en la visión y con esto se puede evaluar si su retina funciona o no.
Para el equipo de Oftalmología se abre un gran campo de mejoras, ya que es una tecnología que ofrece una gran cantidad de información vital y objetiva sobre la función y el estado de la retina.