Rute también fue tierra de viñedos allá por el siglo XIX, hasta que la temida filoxera acabó con sus raíces

“Ciencia al fresquito” trae a Rute una cata de vino

Pilar Ramírez condujo esta propuesta, con la que la Fundación Descubre y el Ifapa están desarrollando iniciativas para trasmitir conocimientos de forma amena

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“Rute es un pueblo de sabores, olores y colores”. La concejala de Turismo, María Dolores Peláez, rescataba una frase de la ministra andaluza Carmen Calvo para ilustrar el contexto en que la repetía. Ese entorno era el patio del Museo del Anís, que a los olores y colores de sus plantas sumó en la penúltima noche de agosto los aromas de las variedades de vino más significativas. La idea había surgido de la Fundación Descubre y el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa), dependiente de la Junta. Con el sugerente nombre de “Ciencia al fresquito”, han llevado a cabo en la comunidad diferentes propuestas para explicar distintos temas de una forma amena.

En este caso, la iniciativa consistía en una cata de vino, precedida de una pequeña charla didáctica. De organizarla para las treinta personas que se había establecido como cupo se encargó Pilar Ramírez, ingeniera agrónoma del Ifapa de Cabra. De esta forma, los afamados “sabores de Rute” se diversifican. Según Peláez, todo lo relacionado con el turismo “es trasversal”, incluida la cultura y la actividad agroalimentaria. Se aúna así la actividad de primavera y verano en los patios con esos sabores que anuncian el próximo arranque de la campaña de Navidad.

Con el horizonte de la comarca y la provincia en el otero del paladar, se ha traído una nueva propuesta gastronómica. La propuso Pilar Ramírez, en plena consonancia con la filosofía de la Fundación Descubre de que los investigadores “salgan de la zona de confort” y den a conocer su trabajo a la sociedad. El vino, además, no sólo forma parte de nuestra cultura. Durante la charla, la ponente recordó que Rute también fue tierra de viñedos allá por el siglo XIX, hasta que la temida filoxera acabó con sus raíces.

En cuanto a la cata, Ramírez pretendía que el público tuviera una “visión panorámica” de los vinos andaluces. Sin embargo, en vez de centrarse en los tradicionales, apostó por cinco ejemplares “que se saltan todos los estereotipos”. Así, se podía saber que las bodegas están elaborando vinos de muy buena calidad “y abrir su abanico”, y no pedir siempre las mismas denominaciones concretas. En concreto, trajo un vino blanco joven, un rosado, dos tintos con distinto envejecimiento y un espumoso. Procedían de zonas tan distintas como Montilla-Moriles, Málaga, Jaén, Granada y el último, el espumoso, que se está desarrollando en el Ifapa desde 2012 en la variedad Pedro Ximénez.