Llega la víspera de Todos los Santos y, con ella, las calles del municipio de Iznájar se iluminan con uno de los productos típicos de esta zona, el melón. Aquí no hay espacio para las calabazas, los vecinos trabajan para decorar artesanalmente esta fruta que transforman en farolillos introduciendo velas por dentro. Mayores y pequeños se concentran en la Plaza de Abastos y, desde allí, recorren con ellos las calles del pueblo, iluminando la noche más terrorífica y ahuyentando a los malos espíritus.
La delegación de Ocio del ayuntamiento de Iznájar trata de que perdure esta tradición ancestral en el que se puede disfrutar además de auténticas obras de arte. Los etnólogos de la zona cuentan que, con la llegada del frío, los melones más pequeños y menos maduros –que se conocían como “zocatos”- se reservaban para transformarlos en farolillos que los niños utilizaban en estas fechas en las que anochecía mucho más temprano cuando querían iluminar sus paseos y sus juegos.
Así, cuando se acercaban estos días tan espirituales, de almas errantes y ánimas vivientes, los farolillos de melón se colocaban en los quicios de las ventanas, colgados en las rejas, en los dinteles de las puertas e, incluso, al lado de alguna hornacina de un santo. Con un objetivo muy claro, no dejar que entrasen ni se aproximasen a los hogares aquellos espíritus que vagaban libres durante la noche de los muertos.
Con una navaja o un cuchillo se corta uno de los lados del melón y, desde ahí, se va vaciando al mismo tiempo que creamos puertas, ojos o elementos decorativos de nuestra propia cosecha. Eso sí, imprescindible que en el interior se coloque una vela o mariposa de aceite para que ilumine todo y tampoco puede faltar la cuerda que permita colgarlo. Todo tiene que estar preparado para la concentración del 31 de octubre en la que todos los participantes recibirán un detalle.
Los iznajeños se reúnen en la Plaza de Abastos a las 17:00h. donde toman fuerzas con una chocolatada benéfica a favor de la Junta Local de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Posteriormente, cuando cae la noche, toda la familia con sus farolillos de melón recorre las calles principales del pueblo ahuyentando a los malos espíritus para que estos no entren en ninguno de los hogares. Este paseo recorrerá el tradicional barrio de la Villa del municipio iznajeño y terminará con una visita al castillo.