Las obras de restauración de la fachada principal del cementerio municipal de Nuestra Señora de Araceli cumplen sus dos primeras semanas ejecución dentro de una intervención, impulsada por el Ayuntamiento de Lucena a través de la concejalía de Cementerios, con un importe de inversión cercano a los 12.000 euros.
Esta actuación consiste en la consolidación, limpieza y recuperación estética de las dos caras de la fachada principal del camposanto histórico de Lucena, y corre a cargo de la empresa David Montes Garnica, técnico licenciado en Bellas Artes, especialidad en restauración y conservación de Bienes Culturales. Dispone de un plazo de ejecución de dos meses.
Según ha explicado la concejal de Cementerios y Patrimonio Histórico-artístico, Mamen Beato, los trabajos consisten en la eliminación de cables, cal sobre molduras pétreas, clavos de hierro, tacillas y otros elementos extraños a la construcción, así como en la retirada de algas y líquenes de las piezas pétreas. Asimismo, se repondrán la uniones y llagueados con morteros tradicionales y se reconstruirán los volúmenes en aquellos puntos más dañados por pérdidas de lajas. Esta intervención se localiza en la cara externa e interna de la fachada principal, en los pináculos extremos y en la fachada de la capilla.
La parte donde se va a actuar es el frontal principal que corresponde a la zona original de entrada al Cementerio de Nuestra Señora de Araceli. El mismo fue inaugurado el 5 de noviembre de 1871, tras una serie de trabajos municipales para dar cumplimiento a las nuevas normas de sanidad y salubridad en la época de Isabel II. La capilla, centrada en la fachada principal es un añadido del año 1927. A este periodo corresponden las molduras que rematan los muros de tapia, así como las dos portadas más monumentales, pétreas con rejería de hierro.
Al fondo se encontraba la zona del cementerio denominada Cementerio de San Antonio, espacio destinado desde su inauguración a osario. Durante la dictadura de primo de Rivera se realizaron obras para hacer bovedillas destinadas en este caso a entierros de caridad, suicidas, personas no católicas, así como por la alta mortalidad de gripe española de inicios de la década de los años 20 del siglo XX.
De forma perpendicular a la fachada principal, además de la propia capilla y a ambos lados, pero de la fecha de la inauguración del propio cementerio destacan dos cuerpos, de los que uno actualmente sirve como zona de recepción y espacio para los trabajadores municipales, y el otro, más occidental, de almacén, pero que en su día se usó como zona de autopsias hasta los años ochenta del pasado siglo, en la que todavía queda la mesa de una sola pieza realizada en piedra caliza roja de la Subbética cordobesa.