El presidente de Asaja Córdoba, Ignacio Fernández de Mesa, ha mostrado la fuerte preocupación de los agricultores y ganaderos por el hecho de que la provincia haya iniciado el año hidrológico con los pantanos al 29 por ciento de su capacidad.
Fernández de Mesa subrayó la importancia de esta situación sobre todo porque “para los próximos 15 días no hay ninguna previsión de que vaya a cambiar el tiempo y hay cultivos permanentes que no se pueden dejar de regar”.
En concreto, los cultivos más amenazados son el olivar, los cítricos, que tienen que terminar su ciclo y engordar, para lo cual necesitan agua, así como los almendros, que en otoño necesitan una gran cantidad de agua una vez que se termina la recolección.
No obstante, el presidente de Asaja Córdoba ha recordado que la campaña de riego concluye hoy, si bien se prolongará a lo largo del mes de octubre teniendo en cuenta que la Comisión de Desembalse del 15 de mayo aprobó un periodo de prolongación de la temporada de riego al objeto de atender las demandas de los cultivos implantados, en el caso de que la climatología no aportara lluvia para cubrir de las necesidades de los cultivos. Esta prolongación de los riegos, con un desembalse de unos 20-30 hm3, se autorizaría a todos aquellos aprovechamientos que no hayan consumido su dotación.
Por tanto, Asaja insiste en la gran demanda de ampliar regadíos en Córdoba para garantizar un futuro a las explotaciones de la provincia. Y es que Córdoba es la provincia de la cuenca del Guadalquivir que más agua almacena (un 49,55%) y la que menos riegos tiene (solo un 16,83%). También, Córdoba es la provincia que menos porcentaje de olivar en riego tiene en esta cuenca (solo un 14,39%) a pesar de ser la segunda en superficie de olivar, por lo que “esta situación empobrece nuestras zonas rurales debido a la penosa situación de los cultivos de secano, que hace que sólo los riegos sean competitivos”.
Y es que “entendemos que hay dotaciones suficientes para revertir la situación”. En Córdoba, según datos de la Consejería de Agricultura, se han dejado de usar desde los años 90, o no se han asignado dotaciones previstas en el Plan Hidrológico, un mínimo de 228 Hm3, mientras que en otras provincias se han ido incrementando los regadíos desde esa fecha. Esos 228 Hm3 procederían de las zonas regables del Guadalmellato, Guadajoz, riegos con toma directa y Genil Cabra, entre otras, y daría para poner 150.000 ha de olivar en riego, lo cual supondría mucho empleo y riqueza.
Pero, además, sigue yendo mucha agua al mar durante diferentes épocas del año, pues no se permiten bombeos directos a balsas de aguas de escorrentía invernales. También, “se ponen todo tipo de trabas a la construcción de balsas y microembalses, en muchos casos por la falta de coordinación entre la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y las consejerías que han tenido o tienen estas competencias, que cada una actúa por su cuenta”. Existen limitaciones al uso de aguas regeneradas (ahora parece que en vías de solución), o limitaciones a nuevas concesiones de aguas subterráneas y legalizaciones de pozos, todo lo cual frena la inversión y la generación de riqueza.
Además, no se soluciona el problema del tapón salino que, con 150 millones de euros estaría resuelto y se liberarían otros cerca de 100 Hm3. Tampoco se finaliza la zona regable del Genil-Cabra, según estaba prevista, y no se dan ayudas a modernizar los riegos con toma directa del Guadalquivir.