España cuenta con la mayor superficie cultivada de almendros del mundo, con más de 700.000 ha (MAPA, 2018), pero ocupa el tercer lugar en términos de producción. ¿Cómo puede ser? Fácil, pues la mayor parte de la superficie cultivada de almendros en el país está en huertos tradicionales de secano, en zonas marginales y con poca densidad de árboles por hectárea.
Sin embargo, en la última década, el atractivo del precio de este fruto seco ha hecho crecer las plantaciones de almendros en intensivo, alta densidad de árboles por hectárea y mayor uso de insumos como fertilización y regadío, dando lugar a infinitas estampas blancas en época de floración. Conocer cómo va a ser el futuro de estas plantaciones en un país en el que la disponibilidad de agua para el regadío es limitada es una de las principales tareas de la investigación agronómica.
El reciente establecimiento de este tipo de plantaciones hace que sea difícil disponer de estudios de larga duración sobre las mismas. Sin embargo, el establecimiento de nuevas plantaciones requiere de inversiones importantes que no se recuperan hasta pasados varios años, por lo que estudiar la sostenibilidad productiva del cultivo a lo largo de la vida de la plantación resulta de la máxima relevancia. Uno de los interrogantes por resolver en este contexto es conocer si la extendida práctica del riego deficitario (esto es, por debajo de las necesidades del cultivo) puede producir caídas en la productividad a largo plazo.
Con el objetivo de dar respuesta a esta cuestión un equipo formado por el investigador Álvaro López Bernal y el catedrático Elías Fereres, de la Unidad de Excelencia María de Maeztu - Departamento de Agronomía de la UCO (DAUCO) junto con investigadores del IFAPA y el Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC (IAS - CSIC) ha analizado la respuesta de la producción de almendra bajo diferentes estrategias de riego deficitario entre 2014 y 2019.
Para analizar la respuesta al riego, se construyeron funciones de producción del cultivo, que representan cómo cambia el rendimiento del almendro en función de la cantidad de agua empleada estacionalmente como riego aplicado, evapotranspiración de la parcela (evaporación de la parcela más transpiración de las hojas de la propia planta) o transpiración de los árboles. Las funciones de producción de este ensayo se obtuvieron a partir de cuatro tratamientos de riego: un tratamiento control en el que se hace un riego total que no limite la evapotranspiración del cultivo, dos tratamientos deficitarios moderados aplicando el 65% del riego del control y un tratamiento de riego deficitario severo al 35%.
Al comparar los datos obtenidos para los trienios inicial (2014-2016) y final (2017-2019) se demostró que las funciones de producción eran prácticamente idénticas. Este resultado implica que, para las condiciones y duración del ensayo, "los tratamientos de riego deficitario implementados permiten mantener una producción sostenida en el tiempo, sin que esta caiga gradualmente" señala López Bernal. Por tanto, los árboles regados deficitariamente en este trabajo no presentaron signos de agotamiento de reservas ni una reducción en la capacidad de renovación de los ramos mixtos y ramilletes de mayo que dan lugar alas flores y frutos.
Aunque la diferencia de producción entre el tratamiento con riego total y el riego deficitario más severo fue muy importante (2.660 frente a 1.430 kg anuales de pepitas de almendra), el trabajo sugiere que la capacidad productiva de los árboles se mantuvo estable a lo largo de los seis años de experimento incluso para aquellos bajo riego deficitario severo. Es importante tener en cuenta que la dotación de agua del agricultor en España es más parecida a la de los tratamientos de riego deficitario que a cualquiera de los otros, de ahí la importancia de saber qué ocurre con la producción bajo esas condiciones hídricas. Y este estudio arroja luz sobre los efectos de esta práctica para un periodo más amplio que los que se habían analizado hasta ahora.